viernes, 31 de diciembre de 2010

Memorias de un revolucionario

Esta redacción la dedicaré a hablar de un libro que me leí hace un tiempo, creo recordar que a finales de 2007. En este libro se recogen las memorias de un soldado que participó en la Guerra Civil Española, en el bando republicano. El libro está escrito por él, pero no da su nombre real, sino que se esconde bajo un pseudónimo para mantenerse en el anonimato.
Les extrañará este hecho, pero, sin duda, el contexto en el que fue publicado por primera vez este libro explica el por qué. Su primera edición fue a mediados de los años setenta, y la situación por la que pasaba España después de la muerte de Francisco Franco era convulsa, y el ambiente estaba muy candente.
Hoy en día este libro ya no se edita, se detuvo la publicación del mismo en los años ochenta (seguramente para apaciguar los ánimos). Si yo conseguí leer este libro fue gracias a uno de mis tíos, que conociendo mi interés por la historia contemporánea, me lo cedió ( Y le tengo bastante aprecio, por lo que no tendría reparo alguno en volver a leerlo).
Hay una cosa que tengo que declarar, que es muy importante y que me resulta bastante significativo: y es el hecho de que mis conocimientos geográficos de España fueron puestos a prueba durante la lectura de este libro, porque nombra muchos lugares de España por donde este soldado pasó y yo me sentía desorientado en cierta manera cuando pretendía meterme en el contexto y la situación del escenario.
Por ello, decidí buscar en internet algunos de los lugares que nombraba: como son las sierras catalanas, donde resistieron la continua oleada de bombardeos por parte de los aviones cedidos por Mussolini o Hitler al ejército nacional.
Este libro puede resultar un poco escalofriante o desgarrador para personas sensibles. En él se cuentan cosas que dan pavor solo de imaginarlas; pero soy de las personas que aprecian mucho la realidad; y antes que leer una novela histórica que te meta en el contexto de la época pero que no te cuente la realidad tal como fue, prefiero leer la cruda realidad.
Hay una cosa que tengo que comentar de este libro, que me resultó muy interesante y sorprendente y me animó a la lectura de otro libro muy conocido. Se trata de la novela de Ernest Hemingway “Por quién doblan las campanas”, que tuvo mucha fama internacional y que cuenta la Guerra Civil con un leve toque de ficción; pero el caso es que este escritor tan famoso vino como corresponsal de guerra a España, en el bando republicano. Y en un hospital de Madrid estuvo charlando con un soldado que allí se encontraba y cogía notas continuamente de todo lo que le contaba el soldado mientras charlaban. Ese solado con el que habló Hemingway es el autor de esta autobiografía y para los que hayan leído esta fantástica novela, o estén pensando en leerla, recuerde que uno de los personajes que en ella aparece fue una persona real.
La forma en que está escrita esta autobiografía es muy personal e incita al lector a sentirse empático con el autor.
Por momentos sufres como él, te diviertes cuando él lo hace o te sorprendes casi de la misma forma como seguramente él se sorprendió.
Este libro me marcó mucho y me animó a leer más sobre este período histórico, y, claro está, verlo desde las dos caras de la moneda: tanto de un bando como del otro. Hasta ahora solo he leído libros escritos desde la postura del banco republicano o anarquista (Durante el periodo en que Cataluña estuvo bajo el “control” de la FAI o la CNT) pero nunca he leído un libro escrito desde la visión del bando nacionalista, así que esperaré a que se me presente la oportunidad.
Siempre me ha gustado mucho la historia, pero yo pienso que las clases de historia en los institutos se imparten de manera excesivamente objetiva; se dan datos y datos que los alumnos estudian para los exámenes, pero que desaparecen de la memoria útil. Son conocimientos que pasan fugazmente por la mente. El alumnado tiene que sentirse verdaderamente interesado en adquirir conocimientos.
Yo leo libros de historia y la vivo de una manera diferente. Si algún día llego a ser profesor de historia, una parte de la nota final de evaluación sería de lectura, y propondría libros (no demasiado densos) históricos, estoy seguro de que así se captarían muchos más conocimientos. Dar la oportunidad al alumno de tener en sus manos las dos caras de la moneda, manejar datos sacados de diversas fuentes y contrastarlas. Es así como se debería estudiar, y no con un libro de texto editado por uno o dos editores supeditados a un sistema de gobierno que les impone que deben plasmar y que no.
Pero bueno, en ningún momento he querido poner en tela de juicio la manera de impartir las clases de los profesores, sino todo lo contrario, estoy intentado dar una idea “revolucionaria” para la temática de la asignatura (Me sentiría orgulloso si se llevara a cabo mi idea).
Creo que me he ido un poco por las ramas, debo disculparme por este hecho.
Antes de acabar esta redacción, debo hacer hincapié en lo difícil que ha sido para mí elegir el libro que más me ha gustado. No me es fácil hacer una elección de este tipo.
Es como si me dijeran que debo elegir mí película favorita: estaría pensándolo mucho, mucho tiempo, y creo que mí respuesta no sería muy fiel a la realidad. Tanto en la lectura, como en el cine, como en la música; cada película, cada canción, cada libro nos aporta algo especial y diferente. Unos mucho, otros poco, pero nunca se puede decidir con cual quedarse y cuales desechar, porque son diferentes y eso nunca se puede hacer cuando aprecias el arte realmente.

domingo, 5 de diciembre de 2010

"Huérfanos del mal"

Se cree que las asociaciones lebensborn surgieron mucho antes de que Hitler se convirtiera en Káiser de Alemania.
El objetivo de estas organizaciones era “la limpieza racial” del pueblo germánico y la búsqueda de una raza aria perfecta que se colocara en una posición dominante por encima del resto de razas débiles e imperfectas.
Los “lebensborn” (fuente de vida) con la llegada del nazismo fueron administrados y dirigidos por personal de las SS. Que se encargaban de concretar citas a sus soldados con muchachas jóvenes que cumplieran los requisitos de pureza racial.
El objetivo no era otro que el de promover el aumento de la natalidad de la población aria. La raza que, según los planes de Hitler, sería la que llevaría al imperio de los mil años del pueblo germano a la dominación de toda Europa.
Después de ser revisadas por médicos las clasificaban dentro de los niveles de pureza racial; y quedaban encintas de los SS para finalmente ser llevadas a hostales -proporcionados por el partido- donde pasaban todo el embarazo bajo la atención y el seguimiento del personal de los lebensborn.
Al dar a luz el bebe pasa una revisión para comprobar que no sufre ningún tipo de deficiencia mental ni limitación física, además de comprobar que cumple con los requisitos necesarios para entrar dentro de las categorías arias.
Si por alguna razón (deficiencias, enfermedad congénita etc.) no supera esa revisión, un tribunal del Estado formado por miembros del partido y del consejo médico del país hacen hacen una valoración del caso y deciden si se procede a la eutanasia asistida o se le interna en un centro de tratamiento “especial”, que no significa otra cosa que ser destinados a centros donde son exterminados en cámaras de gas. Pero esto solo sucede cuando tienen entre 1-3 años.
Si es un recién nacido ni siquiera se somete a juicio el caso, se le administra una dosis de morfina que acaba con la vida de la criatura en cuestión de segundos.
Unas vez que el niño nace y pasa la revisión sin que se le localice ningún tipo de deficiencia, ni enfermedad congénita, o bajos niveles de pureza racial el niño es separado de su madre y es criado durante los primeros años de vida en los centros “lebensborn”; hasta que cumple la edad necesaria para ingresar en las “Hitlerjugend”.
Estos niños –teóricamente huérfanos– se convierten en los hijos de las SS (su padre) y de Alemania (su madre). Nunca llegan a conocer a sus padres biológicos; con el objetivo de alejarlos completamente de los vínculos afectivos que atan al alma humana a su familia. Ellos consideraban que estos vínculos sólo provocan que los futuros soldados fueran débiles y vulnerables.
De este modo solo viven por y para la Alemania Nazi. Entregándose completamente a la causa del partido y manipulándoles –e incluso suprimiéndoles– la personalidad y la consciencia individual.
Estos hijos de las SS reciben una educación absolutamente belicista además de racista; sin olvidar los juramentos con los que, desde que tienen “uso de razón”, entregan sus vidas a su Führer y a Alemania.
Y nunca mejor dicho; pues una vez que terminan de cursar todos los años en las escuelas de élite del partido se les “ofrece” la posibilidad de ingresar en el cuerpo de las SS. No es necesario aclarar que sería hipócrita considerar que alguno de estos manipulados y controlados “huérfanos del mal” pudiera rehusar ingresar en las SS, cuando desde que son niños les convencen de que su mayor aspiración debe ser pertenecer a esa “élite”.