sábado, 15 de octubre de 2022

Tejidos rotos

 A lo largo de nuestra cida hemos creado una serie de conexiones con las personas que han formado o forman parte de nuestras vidas que van tejiéndose como una gran tela conformada por todo aquello que compartimos y creamos con esas personas.


Esta tela se va instalando dentro de cada uno de nosotros y van a ir creciendo y transformándose dependiendo de la relación que tengamos con las distintas personas que pasan por nuestra vida. 


Hay personas que llegan a nuestra vida y los vínculos que creamos con ellos carecen de la menor relevancia; su impacto en nuestras vidas es limitado y por tanto la conexión que generamos con ellos es limitada de manera que no nos repercute de ninguna manera, ni positiva ni negativa,  cualquier posible suceso o cambio que se produzca en la realidad que compartimos con ellos.

 

Por otro lado, existen conexiones que incluso en un pequeño intervalo de tiempo pueden generar un impacto y relevancia en nuestars vidas hasta el punto de incluso influrenciar en la forma en que vemos nuestra realidad. En este caso, este tipo de conexiones acaban tejiendo una gran tela que va uniendo a esas dos personas cada vez más hasta el punto de crear una nueva y única realidad que solo esas dos personas compartir y percibir.

 

En ocasiones, estas relaciones pasan por ciertos acontecimientos que alteran la evolución y desarrollo de esa conexión; llegando incluso a dejar una marca comparable a la que puede observarse en una tela que sufre un descosido. La única amanera de arreglarlo es volviendo a coser sobre la parte dañada. El problema es cuando en ocasiones esas alteraciones que sufre una tela requieren de algo más que unos puntos de costura y es necesario colocar un parche sobre la zona dañada.

 

En las relaciones personas sucede algo parecido a lo que he descrito. Hay ocasiones en que los daños que causamos a nuestras relaciones personas con el debido interés y cuidado pueden repararse y no afectar de manera alguna a la evolución o percepeción de esa conexión o relación. Pero en otros casos el daño provocado es tan grande que la única solución posible es recurrir a "parches". 

 

Para poder entender el significado de estos parches metafóricos debemos pensar en ellos como esas ocasiones en las que decidimos dar una segunda oportunidad a una relación; ya sea amorosa, de amistad o incluso de familia. Podemos poner todo nuestro esfuerzo y voluntad en volver a recuprear aquello que sentíamos, que nos unía bajo una misma tela tejida entre nuestras almas y sin duda el poder de nuestro amor por esa persona, junto con la capacidad de aceptar que nuestra condición humana nos llevar a comer errores a causa de un innumerable conjuinto de circunstancias que nos influyen a la hora de comportarnos o de tomar decisiones pueden ayudar a seguir construyendo y tejiendo esa relación.


El problema radica en estos casos en la dificultad para continuar una relación, del tipo que sea, sin que estas heridas parcheadas afecten o condicionen negativamente para siempre. Un daño de este tipo, aunque se esfuerze en curar o parchear puede en cualquier momento el resurgir de un dolor asociado a una circunstancia del pasado. Se trata, por tanto, de un esfuerzo y sacrificio notorio por impedir que se rompan los diques que contienen ese dolor.


En conclusión; pese a que se trate de algo doloroso debemos asumir que existen momentos en nuestra vida en que la relación que tenemos y la conexión que creamos con ciertas personas va a ser dañada de una manera irreversible. Podremos ser capaces de luchar por reparar y consolidar nuestra relación con estas personas de nuevo pero debemos escucharnos a nosotros mismos antes de tomar la decisión de consumir nuestras energías en hacerlo y saber qué es lo que nos dice nuestra alma; que muchas veces nos advertirá de que ciertas personas tarde o temprano volverán a causarnos dolor o que los parches llegará un punto en que no serán suficientes para contener el dolor de un pasado que ya nos ha marcado para siempre en nuestra relación con esa persona. Si bien es cierto que lo dicho anteriormente es importante tenerlo presente, también debo decir que solo hay una manera en esta vida de conseguir sentir paz interior con nosotros mismos y de poder reconciliarnos con nosotros mismos.


Esta reconciliación parrte de la necesidad de perdonar, siempre e independientemente de la decisión que tomemos y pese a que hayan personas que dejemos atrás en nuestras vidas debemos siempre recurrir al perdón para con los que nos hirieron como para con nosotros mismos. Es la única manera que tenemos  de llevar esta vida sin  que sintamos el peso de nuestro pasado en nuestros hombros.


Una vez que aprendamos a perdonar seremos capaces de soltar el dolor que atormenta nuestra mente con recuerdos de un pasado de dolor y seremos capaces de continuar el sendero de nuestra vida sin el peso del recuerdo; seremos capaces de volver a querernos a nosotros mismos y de permitir a los demás entrar en nuestras vidas sin el miedo o las sombras del recuerdo de un dolor pasado.



jueves, 7 de mayo de 2020

Cruce de caminos

Una batalla se libra en nuestro interior entre dos lobos; uno de esos lobos es, en esencia, el miedo. Con todo lo que se entiende asociado a él. El otro lobo es la esencia del amor o de la luz.

La parábola Cherokee a la que acabo de hacer referencia culmina su enseñanza dándonos la clave para comprender y llegar a conocer el origen y la razón primaria por la que tomamos decisiones en esta vida.

Pero, la parte lógica de mi esencia me pide que antes de aceptar una realidad que se me brinda tan fácilmente ( aparentemente) primero debo analizar y comprender otros aspectos que condicionan e incluso a veces influyen decisivamente en el rumbo que tomamos en esta vida.

Lo primero que viene a mi mente cuando me pregunto a mi mismo qué significa tomar decisiones o elegir entre las opciones que mi, a priori, libre albedrío me ofrece o me ha ofrecido en diversos momentos de mi vida.

Siempre acude a mi la imagen mental de un cruce de caminos en el que yo soy el protagonista; me veo a mi mismo junto a un árbol, al abrigo de su sombra, mientras con fuerza los rayos del Sol se abren camino entre las ramas y las hojas. Otorgándome a un mismo tiempo la seguridad y el confort, mientras los rayos del Sol me otorgan la energía que se canaliza en mi interior.

Esta combinación de elementos simbólicamente representan para mi el "Limbo" existencial que podido experimentar en muchas ocasiones en las que me encuentro en la tesitura de elegir.

Elegir entre caminos, opciones que se me presentan simultáneamente y ante las que muchas veces he tratado de alargar lo máximo posible mi permanencia bajo el amparo de la indecisión; bajo el refugio de ese árbol.

Me he dado cuenta que muchas de esas veces la presión externa e incluso interna a la que me veo sometido en esas ocasiones influyen directa o indirectamente en mis decisiones; en mi elección entre un camino u otro. Esa presión no la interpreto como algo del todo negativo; puesto que, sin dicha presión, en muchas ocasiones me hubiese visto bloqueado y paralizado de forma indefinida en ese cruce de caminos; con la incertidumbre y la indecisión apoderándose de mi hasta contagiar mi esencia y hacerme dudar de toda acción que tomo, toda decisión o camino que elijo.

Pero a veces, esas decisiones fruto de la presión interna y externa, me conducen a alejarme de la esencia principal que estimula todo acto o decisión tomada en mi vida; la búsqueda de la Felicidad. Entendiendo con ésto que hay dos tipos de Felicidad. La que nace y crece en nuestro interior, en el abrigo de nuestra alma; y otra Felicidad, la que vamos recogiendo y extrayendo de nuestro alrededor.

Éste es el objetivo final, como comentaba al principio, que me estimula a tomar decisiones y elegir. Voy diseñando una hoja de ruta en base al principio de la obtención de esa felicidad y confort externos que propicien y fortalezcan mi felicidad interior.

Pero no podemos predecirlo todo; por no decir que a penas podemos controlar ni comprender todas y cada una de las veces en las que nos encontremos en ese cruce de caminos. Es por ésto, que en ocasiones nuestra fortaleza y felicidad interior no estará igual de preparada.

Aquí es donde podemos ser testigos de sucesos que, no sólo enturbian nuestra visión desde ese árbol en el que nos encontramos cobijados, sino que además, se pueden llegar a producir tormentas que nos empujan (impulsados por el miedo) a huir a través del camino incorrecto.

Aquí es donde se produce un punto de inflexión en el que debemos dejar de escuchar, de observar y de sentir lo que la tormenta trae consigo. Debemos detener nuestro paso, alejar el miedo y acallar el ruido externo. Refugiarnos en la otra felicidad que siempre camina con nosotros y que se mantiene encendida pese a los golpes de esa tormenta.

Una vez que hayamos puesto a salvo y nos hayamos asegurado de que, pese a la oscuridad del camino al que nos conduzca esa tormenta, tenemos la luz de nuestro interior para guiar nuestros pasos.

Es aquí donde quiero llegar y concluir esta reflexión. La única forma de encontrar refugio y luz en medio de la oscuridad y el ruido, ocasionados por la tormenta, es a través de algo que se nos otorgó mucho antes de convertirnos en seres sociales dentro del marco de la civilización.

Hablo de la Intuición; esa intuición que nace no de nuestra alma sino de la parte más visceral de nuestro ser. Nos alerta cuando siente que corremos peligro ante una amenaza externa; pero también acude en nuestra ayuda cuando no podemos ver claro nuestro camino.

Creo que, sin dejar de observa y analizar nuestro entorno para sobrevivir en él, también debemos confiar en nuestro instinto primario de la intuición. Ya que muchas veces, sólo ese instinto iluminará nuestro sendero evitando que nos quedemos varados o bloqueados por el miedo.

domingo, 3 de mayo de 2020

Mamá


Como esta flor ha brotado con fuerza, vida y más color que nunca en medio de las púas y la desértica estampa que nos evoca observar un cactus. Así es como yo quiero que interpretes éste momento y alcances a lograr volver a levantarte y a irradiar felicidad, vida y esperanza en medio de estas circunstancias que nos está tocando vivir.

Sé que no es fácil, realmente no ha sido una pradera llena de flores y energía positiva tu vida. Me aventuraría a decir que se remonta al momento en que te tocó, siendo muy pequeña y frágil, asumir la muerte de tu abuela. Sé que ella para ti significaba mucho y se podría concentrar en dos palabras lo que ella era para ti "tu refugio".

Desde entonces, no has cesado en tu intento de luchar en esta vida y de enfrentarte a multitud de sucesos que han quebrado tu espíritu e incluso de llevar tu propio cuerpo a límites en los que tu propia existencia en este mundo corrían peligro.

Has tratado de luchar contra unas injusticias y una realidad cruda que no todo el mundo tiene la capacidad de afrontar. Es inevitable que me sienta identificado contigo en ese aspecto; es innegable que por mi sangre corre la tuya y nos unen muchas cosas.

En muchas ocasiones se te ha colocado la etiqueta de "persona débil", incluso yo he cometido ese error, influido por esa sucesión de capas protectoras que he tenido que ir poniéndome a mi propia esencia para sobrevivir, he llegado a juzgarte por lo mismo que lo han hecho otros.

Hoy quiero pedirte perdón, porque no hay mayor muestra de valentía, coraje y fortaleza que el hecho de no girar la cabeza, no guardar silencio y no contener incluso las lágrimas ante eventos en los que, pese a tu proyección externa de debilidad, mostrabas la determinación de ponerte en pie para denunciar aquello que te parecía injusto.

En este tiempo que llevamos confinados he tenido momentos de ansiedad, de desesperanza y de vibraciones negativas pero; cada una de las veces en que detectaba que éso ocurría, algo cobraba fuerza dentro de mi. Obligando a todo mi ser a detener los pensamientos, las emociones y las vibraciones negativas. Bombardeando esa oscuridad con energías positivas que brotaban dentro de mi. Creía que era un mecanismo de defensa que había nacido dentro de mi de forma espontánea, pero nada más lejos de la realidad.

Si ha crecido en mi esa voluntad, esa resiliencia y capacidad de sobreponerme ante las adversidades ha sido gracias a ti. Ha sido gracias a la construcción de mi propio ser influido por todo lo que he observado en mi entorno más cercano; que son papá y tú.

He visto como han luchado y han enfrentado el embiste de las tormentas sin la ayuda de nadie, con la determinación de, pese a tener un camino lleno de obstáculos y vicisitudes, haber encontrado dentro de ustedes la fuerza para seguir caminando.

Y sé que esa fuerza nace de la "necesidad" que sólo una madre es capaz de experimentar para sobreponerse y luchar; con el único objetivo de no dejarnos a caer a nosotros, tus hijos. Nuestra vida no ha sido sencilla, sabemos que esta situación va a suponer un antes y un después en la vida de millones de personas y, por supuesto, de las nuestras.

Pero, ¿Sabes qué?, lograremos levantarnos y seguir caminando nuevamente. Y brotará la esperanza y la felicidad como lo ha hecho esa flor que apareció esta mañana en nuestro jardín.

Lo sé porque siempre lo hemos hecho y porque eres más fuerte y somos más fuertes de lo que pensamos. Aunque a veces se nos olvide, te escribo ésto para que lo recuerdes.

Por ésto te felicito como madre, por haberme preparado para un mundo que no es fácil ni es una pradera, sino un desierto plagado de espinas. Pero sé que hay oasis y tú también lo sabes. Por éso te felicito como madre y te doy las gracias como hijo.

Te quiero.

lunes, 18 de febrero de 2019

Abandonar el nido

¡Qué difícil es dar el paso, pero qué necesario es saber darlo bien!

Creo que con esa frase resumo toda la amalgama de recuerdos, experiencias y sensaciones que reúno de mi estancia en Málaga. El momento en el que tomé la decisión de mudarme y cambiarme de universidad me sentía eufórico y lleno de esperanzas en una nueva vida; una nueva etapa que me esperaría al coger ese avión rumbo a lo desconocido, pero con una persona que era muy importante para mi en ese momento y que en gran medida influyó en que diera el paso.

Estarán de acuerdo, aquellos que lo hayan vivido, que el momento más agridulce se produce cuando te colocas frente a aquellos que de verdad te importan, y les comunicas tu decisión. Es natural que se produzca una situación de cierta tensión en la que se entremezclan emociones de felicidad y de tristeza al mismo tiempo. Nadie quiere ver alejarse a aquellos que quieres y que han estado en tu vida, ya sea desde que naciste como en el caso de tu familia, o por unos años de grandes experiencias como pasa con tus amigos. Cuando yo lo hice sentí que la decisión era irrevocable, solía ser una persona con ideas fijas y que rara vez daba su brazo a torcer cuando tomaba una decisión. De cierta manera, mis padres no estaban del todo conformes con mi decisión; y las bases sobre las que sustentaban su opinión a día de hoy, las comprendo y las comparto en un 90%. El otro 10% no es menos importante; porque puedo decir que gracias a esa experiencia soy como soy hoy en día, y supusieron un cambio en mi forma de entender la vida, de aprendizaje para adaptarme a nuevas y diferentes situaciones y escenarios; básicamente se trató de salir de mi burbuja de confort.

En mi memoria quedó grabado el recuerdo de aquel momento en que me encontraba cargado con mi equipaje, moviéndome entre la gente que había hecho anteriormente check-in conmigo dirigiéndonos como ganado hacia el control. Yo evitaba mirar atrás; porque me había prometido a mi mismo que era el momento de mirar hacia adelante, y que lo que dejaba atrás no podía frenarme. Un poco desorientado y bastante abstraído en mis pensamientos aguardaba el momento de meterme en el avión; comenzaba a sentir algo en mi interior que no sabría definir entre miedo, tristeza y curiosidad. Curiosidad por lo que me aguardaba al llegar, y lo demás porque supuso romper con todo lo que había sido hasta ese momento "mi mundo".

No puedo negar que al llegar fui recibido por personas que para mi eran desconocidas, pero que trataron de hacerme sentir más cómodo y a salvo; agradezco a esas personas al igual que a mis compañeros de piso, que desde el primer momento me ayudaron a sentirme mucho menos violento de lo que para mi estaba siendo. Además de guiarme y enseñarme muchas cosas sobre la vida de estudiante compartiendo piso, eran unos cracks!.

Pero no todo fue positivo en esa llegada a Málaga; sobre mi pesaba la sensación de que le estaba fallando a aquellas personas que había dejado atrás, me sentía ligado a mi familia y a los amigos que había hecho en mi facultad pero había tenido que renunciar a ellos. Puede que ese fuera uno de los puntos de inflexión en los que mi madurez experimentó un gran cambio. Estaba en un lugar desconocido, rodeado ( en gran parte) de personas que no había visto nunca y con la única seguridad de confiar en mi autosuficiencia. Puede parecer extraño, pero es en los detalles más pequeños de tu experiencia viviendo sólo donde descubres realmente el valor del hogar y de tu entorno. Pero no dejó de resultar enriquecedor y positivo para mi el descubrir que era capaz de hacer muchas cosas que hasta entonces estaban siempre ahí y ahora debía ser yo el que las hiciera o las resolviera.

Mi convivencia en el piso fue al principio escasa; puesto que yo pasaba la mayor parte del tiempo fuera o en mi cuarto, sin relacionarme realmente con mis compañeros. Pero en poco tiempo comencé a entablar relación con ellos y no solo eso; pues considero que a medida que pasó el tiempo acabaron convirtiéndose en amigos. Compartimos muchas cosas y no solo un techo; compartíamos momentos cotidianos al comer o cenar juntos, veíamos series que religiosamente esperábamos a ver cada nuevo capitulo juntos ( nos lo tomábamos muy en serio ). Mi pareja y yo, en ese momento también aprendimos y experimentamos algo totalmente nuevo; ya que nunca antes habíamos pasado tanto tiempo juntos, y llegó un momento en que prácticamente convivíamos juntos.

Ésto trajo consigo cosas buenas; porque considero que llegamos a conocernos el uno al otro mucho más de lo que nadie nos había conocido hasta ahora. Eso es algo que une a las personas y las ata de cierta forma; pero en el otro lado de la moneda se esconden aquellos detalles de nuestras personalidades que acaban irremediablemente chocando con la del otro. A día de hoy, con las experiencias que he vivido, sé que encontrarte ante éstos factores "negativos" ; pueden por un lado ensombrecer tu relación con la otra persona o, si tienes los mecanismos , fortalecer la relación y afianzarla de verdad.

No puedo olvidarme, claro está, de uno de los motivos fundamentales que me hicieron tomar definitivamente la decisión de irme a Málaga. Cuando estaba estudiando en Las Palmas me sentía realmente muy cómodo con las personas con las que compartí la experiencia inicial de estudiar una carrera. Esos amigos que hice se convirtieron en el factor clave de mis buenas experiencias durante los dos años que estudié aquí. Pero a nivel académico; yo sentía que me faltaba algo. Veía las asignaturas que podía elegir para el tercer año de carrera y no me sentía a gusto con nada de lo que me ofrecía. Pero, en cambio, cuando encontré las asignaturas optativas de Málaga me sentí muy ilusionado ( nuevamente, como cuando empecé la carrera) con poder estudiarlas y realmente enfocar mi carrera por donde yo quería.

Nuevamente debo traer la cara B; me topé con ella en el mismo instante en que pisé por primera vez la Universidad. En ese momento supe que no iba a ser nada fácil para mi lo que iba a vivir. La convalidación de asignaturas y la organización de aquellas asignaturas que debía cursar me sumieron en una vorágine de clases en aulas diferentes, pertenecientes a años dispares convirtiéndome en el nómada de la facultad que no pertenecía a ningún grupo realmente. En ella conocí a personas geniales con las que compartí muchos momentos de tensión por los exámenes, pero también de risas y anécdotas; aunque fueran pocas. Es realmente triste para mi recordar mi estancia en esa universidad y darme cuenta que realmente no me llevé de ella casi ninguna experiencia de amistad como había vivido en Las Palmas. Sin duda fue una serie de circunstancias las que se juntaron para que fuera de esa manera y no de otra.

Mi época en Málaga también recoge muchos momentos de descubrimiento; desde la universidad donde descubrí asignaturas que llamaron realmente mi atención y mi curiosidad, pasando por los descubrimientos culturales que hacía en cada lugar que iba ( ya fuera dentro de Málaga o en mis viajes por la península). Conocí también el significado real de "salir de tapas" y confieso haberme vuelto adicto, como mis experimentos gastronómicos que muchas veces compartía con mis compañeros de piso o mi pareja y que me hicieron redescubrir mi interés por la cocina.

Si cierro los ojos, y me intento visualizar a mi mismo cuando estaba allí, una de las primeras cosas que me vienen a la mente es por desgracia algo negativo, por lo menos para mi. Siento el sonido de la lluvia incesante en el balcón; las tardes de oscuridad y frío, el sonido de las sirenas por la noche que dificultaban mis esfuerzos por quedarme dormido. Puede que resulte extraño que algo así sea tan importante; pero solo se siente cuando cambias radicalmente de entorno. Pasé de vivir en un pueblo donde en mi balcón solo escuchaba el sonido de los pájaros ha sumergirme en un laberinto de ladrillo y cemento dentro de la ciudad. Me sentía engullido y asfixiado en ciertos momentos durante mi primer año allí, pero realmente conseguí adaptarme rápido porque, en definitiva, estamos hechos para adaptarnos a cualquier situación.

Entre mis experiencias culturales, y viajes, aunque no fueran muchos, he recopilado muchos momentos que visualizo en mi mente con alegría porque se convirtieron para mi en muchos trocitos de aprendizaje sobre el mundo más allá del entorno que conocía y al que estaba acostumbrado. Mi curiosidad, como cabía esperar, se vio alimentada en gran medida por estas experiencias y es algo que valoro mucho del tiempo que pasé allí.

En el mundo de la Sociología, muchas veces se hace hincapié en que el factor del entorno condiciona en gran medida el comportamiento y la forma de ser de una sociedad. Creo que esta idea se hizo cristalina para mi durante el tiempo que pasé allá. Sin duda, los andaluces y los canarios compartimos una serie de rasgos comunes que son propias de un entorno más cálido y cercano al mar; pero realmente existen muchas diferencias entre unos y otros. Al principio estas diferencias las veía hasta en los más mínimos detalles; pero como no podía ser de otra manera, acabé normalizando la situación y mi relación con personas diferentes a las que estaba acostumbrado.

Para concluir mi experiencia en Málaga, debo hablar de los últimos momentos que pasé allá. Me cuesta recordarlos sin que una parte de mi sienta algo del dolor y la oscuridad en la que me vi a mi mismo en ese momento. Es extraño, porque realmente no recuerdo en que momento exacto se produjo ese cambio en mi que me hizo verlo todo "gris oscuro, casi negro". Por un lado, a nivel académico me sentía totalmente desbordado por el caos en el que se había convertido mi día a día con clases que coincidían unas asignaturas con otras; semanas de exámenes totalmente asfixiantes y la pérdida de la esperanza en la consecución de mis metas a causa de la situación política y social.

Además de ésto; se sumaron situaciones personales tanto familiares como personales de pareja que desequilibraron mi situación emocional. Hasta el punto de que considero que esa fase oscura estuvo más cerca de una depresión de lo que me atrevo realmente a reconocer. Llegó un momento, justo en los últimos meses de mi tiempo allá, que tuve la sensación de soledad más profunda que he vivido en toda mi vida.

Algo dentro de mi había cambiado; en esta fase de cambio por desgracia no puedo decir que existieran muchos motivos positivos, pero no cambiaría nada de lo que ocurrió porque me llevaron a la decisión de volver y tomar las riendas de mi destino de nuevo desde cero pero con una mentalidad totalmente diferente; enfocándome en el presente y construyendo en mi mente nuevas metas, nuevos retos, nuevas ilusiones.

domingo, 17 de febrero de 2019

Introspectiva


No tengo claro si para entenderme a mi, e imagino que al resto de nosotros, sea necesario llevar un orden lineal y temporal sobre eventos de mi vida. En cambio, considero que la mejor forma de leernos y descifrar el código que define nuestra esencia es hablando de distintos momentos, volviendo a momentos pasados o más cercanos; que curiosamente puedan tener mucha conexión entre sí.

Somos una recopilación de momentos y experiencias que van moldeándonos. Uno de los momentos que recuerdo más antiguos que tengo es casualmente una de las cosas que más me han definido a lo largo de mi vida; es la casa donde vivía en Tenoya, antes de trasladarme a Valsequillo. Había una habitación, que hacía las veces de trastero, a la que no me dejaban entrar nunca. Yo solía jugar y corretear por los pasillos con un coche de juguete en forma de avión que yo llamaba "Oco-Oco" y cuando pasaba por delante de esa habitación me detenía a mirarla desde fuera con toda mi concentración puesta en ella; ahí es donde tengo el primer recuerdo de una de las cosas que más me caracterizan, mi curiosidad. A medida que ha ido pasando el tiempo esa curiosidad se ha ido extendiendo como un virus por todo mi ser y guía mis actos.

Gracias a ella, o a causa de ella, he abierto mi mente a una heterogénea cantidad de temas; y me ha permitido tener una visión más clara del mundo que me rodea.

Este momento tan primitivo de mi existencia guarda especial relación con otro momento vivido cuando estudiaba bachillerato. En este momento yo comenzaba a experimentar el inicio de la madurez de mi forma de ser y de pensar. Además, coincide con el momento en que tomé la decisión definitiva sobre lo que quería estudiar; lo cual siempre es un momento crucial en la existencia de muchas personas.

La razón por la que guarda relación, es por el hecho de que mis ansias por entender el mundo y a los que viven en él se hicieron cada vez más fuertes para mi; tomé la decisión de estudiar Historia porque sabía, desde que comencé a leer, que ella me daría las claves y los mecanismos para acercarme a entender la realidad presente; me abrió las puertas de esa "habitación prohibida".

Sentía mucha ilusión también en este momento, y en mi mente diseñaba el boceto de mi futuro casi con una precisión creíble sobre la que sustenté mis esperanzas.

La esperanza, ésto me lleva a otro recuerdo que configura mi esencia. Desde que tengo uso de razón he reunido muchísimos momentos diferentes en un mismo escenario; el mar.

¡Ay, el Mar!, lo escribo con mayúsculas, de la misma forma que me hace sentir el tenerlo cerca, que es mayúsculo. Me recuerdo a mi mismo en situaciones y fases emocionales muy dispares, pero la que prevalece y permanece sobre todas ellas es siempre la misma. Tengo muy claro ese recuerdo o esa sensación porque la sigo viviendo. Cuando estoy cerca del Mar sentado sobre una roca o la arena caliente; con la visión de una interminable extensión de agua que parece querer hablarme con el sonido de sus olas chocando contra las rocas, moldeándolas lentamente o convirtiéndose en espuma en la orilla y evaporándose en salitre que lo impregna todo. Su ir y venir, pero sobretodo la sensación de estar sólo y al mismo tiempo arropado; de sentirme abrumado por la insignificancia de mi existencia, mientras siento que soy el protagonista de mi propia historia.

El mar me lleva a mi niñez, y por eso es mi refugio, pero es que además explica perfectamente otra de las cosas que me caracterizan; la continua y recurrente necesidad de momentos de nostalgia y reflexión sobre mi mismo, define lo que me ocurre cuando siento la necesidad de soledad.

De nuevo vuelvo a dar un salto cronológico para trasladarme en el recuerdo al momento en que decidí trasladarme a Málaga. Este es uno de los momentos más agridulces de mi vida y tiene una importancia especial porque en ella sucedieron diferentes cambios en mi. Por un lado, experimenté lo que cualquier persona vive cuando toma la decisión de abandonar "el nido" como se suele decir. Y en ese tiempo que viví allá; lejos de mi familia, de mis amigos, de mis rutinas...supusieron un medio para terminar de configurarme como persona y experimentar la madurez la madurez en otro aspecto.

Además, supuso una fase complicada y dura en mi vida, en la que las ilusiones, esperanzas y metas se fueron apagando como una llama que se va volviendo cada vez más débil hasta que se extingue; sin darte cuenta de ello hasta que ya te encuentras a oscuras.

Esa oscuridad lo impregnó todo; la relación con mis padres, mi visión de futuro con respecto a la carrera, mi rabia y fuerza contra las injusticias ( debido a la destrucción del Estado de Bienestar que me tocó vivir muy de cerca), además de oscurecer también mi relación personal y romántica con la que era en ese momento mi pareja.

Ruptura, esa es la palabra que define mi experiencia durante mi vida fuera de aquí; en todos los sentidos posibles.

Esa llama de la rebeldía y la inconformidad también tuvo momentos en los que se convirtió en una hoguera. Por eso vuelvo atrás para traer el recuerdo de mi cambio de colegio. Desde el principio sentí una mezcla de miedo y expectación; era solitario pero al mismo tiempo me acerqué a muchos de mis compañeros. Las amistades que hice las guardo con cariño, como así lo hago de las que hice en la Universidad de Las Palmas y demis compañeros de piso en Málaga. Pero lo que más condicionó mi vida en esos ocho años estudiando allí supusieron el nacimiento y florecimiento de mi rebeldía. Rebeldía que expresaba a través de la violencia física en ocasiones pero en la mayoría de ocasiones era a través de mis actos y palabras como expresé esa sensación que sentía ante los dogmas, el Sistema ( también con mayúsculas) y contra las injusticias, sobretodo ante ésto último. Sé que era una rebeldía pasional y que era demasiado extrema para llevarla a una vida adulta; pero esa rebeldía está dentro de mi con cadenas, pero viva.

Esas cadenas, me llevan a recordar otro momento en mi vida. En este caso muy cercano, tanto que lo vivo diariamente. Esas cadenas aparecieron justo después de volver de Málaga. En ese momento yo no sabía muy bien "qué iba a ser de mi" como se dice; es en ese momento cuando tomo la decisión de ponerme a trabajar. Mi personalidad complicada y rebelde supuso un gran obstáculo para adaptarme a ese cambio; sentir el peso de la autoridad, la responsabilidad y sobretodo del sacrificio de mi tiempo y energías en llevar a cabo algo que, después de los años que llevo trabajando, puedo decir que ahora sí sé cuál es el sentido de la plusvalía y me reafirman en la idea de que no es más que una utopía.

Pero fue positivo para mi crecimiento personal el adquirir también, al relacionarme con muchas personas, nuevas herramientas sociales y me han permitido sacar un lado sorprendente para mi mismo, como es mi lado extrovertido y sociabilidad.

Finalmente, ya que hablo sobre energía, quiero acabar hablando de una de las cosas que más me caracterizan; la gran cantidad de energía que durante toda mi vida he conseguido canalizar a través de múltiples medios; pero el más importante es el deporte. Cuando comencé a entrenar y a hacer diferentes actividades deportivas, descubrí lo maravilloso que es el poder sentirte bien contigo mismo; obviamente por los resultados visibles, pero sobretodo por lo que me aporta mentalmente cada vez que termino de entrenar y consigo dejar con mi sudor todo lo que me lastra en mi día a día y me quita las buenas vibraciones.

Ésto se ha extendido mucho más de lo que pensaba y es la primera vez que escribo sobre mi mismo de una forma tan personal y recurriendo a mis propias experiencias; ya que estoy acostumbrado a escribir de una forma más impersonal, para que los protagonistas puedan ser cualquiera de las personas que toman un momento para leerme.





jueves, 27 de julio de 2017

La decepción

Con el paso del tiempo, a través de nuestras vivencias y nuestras experiencias personales, vamos adquiriendo una serie de capacidades para comprender no sólo cómo funciona el mundo; sino también cómo funciona la forma de ser y de relacionarse las personas en sociedad.

En cada episodio de nuestra vida, nos rodeamos de un conjunto de personas diferentes que nos aportan tanto cosas positivas como negativas; y es el conjunto de todas esas experiencias, con aquellos con los que nos relacionamos, las que determinan nuestra forma de ser y de comportarnos dentro del marco de la sociedad.
A medida que vamos creciendo, madurando y adquiriendo nuevas experiencias sociales nos vemos forzados en múltiples ocasiones (más de las que nos gustaría vivir) a enfrentarnos a la eterna y compleja situación de aceptar y superar lo que comúnmente se conoce como "decepción".

Cada persona, como decía Ortega y Gasset, es un cúmulo de circunstancias; y por ende, somos seres sociales en principio diferentes entre si, aunque en ocasiones se pueda observar un mismo patrón en distintas personas. Me detengo a explicar ésto porque considero que es importante entender que ante una decepción, cada persona reacciona y asimila de forma diferente dichas decepciones. Pero lo que todos compartimos, o eso quiero creer, es que más tarde o más temprano adquirimos la capacidad de sobrellevar una decepción.
Para poder llegar a este punto debemos aprender algo realmente importante: La única forma de superar una decepción con alguien, y de poder proseguir con nuestras vidas, es aceptar el hecho innegable de que los demás no siempre van a actuar, pensar o sentir como nosotros esperamos que lo hagan. Debemos tener siempre presente que estamos expuestos continuamente a encontrarnos con muros allá donde esperamos encontrar puertas. Cuantas menos expectativas pongamos sobre alguien; si dejamos que sea el tiempo y las experiencias las que hablen por si solas, construyendo nuestra idea de alguien a medida que la descubrimos, hallaremos un mayor grado de estabilidad emocional y de capacidad para relacionarnos con los demás.
Pero como escuché una vez, "el camino es largo y hay que andarlo". No nacemos con las capacidades sociales inherentes, y debemos adquirirlas a través de un proceso de aprendizaje que bien podría definirse como de "ensayo-error" a lo largo de múltiples experiencias. Ahora toca hablar de los errores que solemos cometer y que nos llevan a conclusiones negativas como es la decepción.

Uno de estos errores más frecuentes es el de construir sobre una persona, que conocemos o que forma parte de nuestras vidas, una imagen proyectada de idealización. La razón principal de que lleguemos a este punto radica única y exclusivamente en nosotros mismos.

En este punto, la persona que me pueda estar leyendo se habrá dado cuenta que hago responsable a uno mismo de este problema; que a muchos bloquea o incluso destruye. La razón por la que idealizamos a las personas, en un momento dado de nuestras vidas, se halla en la necesidad, que nuestra propia alma y subconsciente nos reclama; de encontrar en los demás aquello que no tenemos y que creemos que necesitamos para ser felices. Proyectamos en las personas la imagen de todo aquello que nos falta para sentirnos completos. Ésto sucede en muchas más ocasiones de las que estamos dispuestos a asumir; y no debemos sentirnos débiles o culpables por ello. Pero sí convertir cada una de las decepciones en un nivel más de aprendizaje y evolución de nuestras capacidades para relacionarnos con los demás.

Como sucede con todo en esta vida, todo aquello que se construye sobre las bases de una realidad maquillada o enmascarada acaba por desvelarse y caerse el telón del teatro que nosotros mismos hemos levantado. Es en este punto cuando se vuelve inviable continuar engañándonos a nosotros mismos sobre la imagen que tenemos de alguien. Se produce entonces una crisis que puede dividirse en dos fases: La primera es la crisis que experimentamos con nuestro propio yo; nos culpamos de no haber visto la realidad antes de que llegara a hacernos daño.
Ésto no deja de ser una forma de lamentarnos de nosotros mismos y no nos lleva a ninguna conclusión ni consecución positiva. Lo único que hacemos es retroalimentar nuestro propio dolor. Posteriormente se produce la crisis de confrontación con la otra persona; aquella con la que hemos experimentado la decepción, y libramos un bombardeo de reproches y buscamos explicaciones para tratar de comprender qué pudo desencadenar ese "cambio" que nunca se ha producido; sólo ha emergido lo que ya estaba ahí. Este bombardeo en la mayoría de los casos suele derivar en la fase final de separación y distanciamiento; pues creemos que alejándonos del foco de la decepción disminuirá la huella que ésta deja en nosotros.

Lo más importante y valioso de estas experiencias, a priori negativas, es que terminan por convertirse en transformaciones de nuestra propia concepción de los demás; y sobretodo de nuestra forma de adquirir mecanismos que nos van a servir en gran medida a la hora de conocer a otras personas. Gracias a ésto, podemos detectar con mayor facilidad indicios en las personas que llegan a nuestra vida, a lo largo de nuestro camino; de que ciertas personas tienen mayor predisposición a llevarnos a una decepción como las que ya hemos vivido. Todo ello nos vuelve más selectivos a la hora de abrirle las puertas a una persona . Visto desde una perspectiva externa puede parecer que nos convertimos en personas desconfiadas; personas que ven fantasmas del pasado proyectados en las demás personas que aparecen en nuestras vidas.

Pero yo quiero matizar que no animo a las personas a cerrar completamente las puertas de su alma; pero sí que aconsejo la necesidad de abrir una aduana social que nos evite vernos abocados a una serie de relaciones con personas tóxicas o que no aportan nada constructivo a nuestras vidas.
Sobre el papel suena muy fácil adquirir estas herramientas y discriminar qué nos aporta felicidad y qué nos interpone obstáculos en nuestro camino. Pero la realidad es que en ocasiones sufrimos decepciones ( y tristemente suele ser éste la mayoría de los casos) de personas que han llegado a adherirse a lo más profundo de nuestra alma; como puede ser un familiar, una pareja o incluso un amigo de toda la vida.

Como ocurre con todo en este Universo, regido por una serie de leyes físicas, cuanto mayor es la intensidad de la influencia positiva de una persona sobre nosotros mayor es el dolor y el sentimiento de vacío que nos genera la pérdida o decepción personal en estos casos.
Es por ello que siempre, independientemente de nuestra circunstancia personal y de las personas a las que estemos ligados; debemos construir un "seguro", un salvavidas que asiente sus pilares sobre nuestra propia felicidad y confort para-con nosotros mismos. Dicho de otra modo; necesitamos estar preparados para tener una estabilidad emocional en la que no necesitemos nada más que a nosotros mismos. Ésto no solo nos ayudará a sentirnos mejor cuando algo falle en nuestras vidas, sino también a no reclamar y cargar sobre los demás los anhelos y necesidades que no somos capaces de adquirir por nosotros mismos.

Para concluir, quiero hacer hincapié en un aspecto que ha provocado numerosas veces conflictos internos que si no se atajan en su debido momento pueden convertirse en losas que cargamos durante toda nuestra vida. Se trata del "síndrome de negación". Este síndrome se caracteriza por ser nada más y nada menos que un escudo que interponemos entre nuestra alma y mente contra la realidad; que no somos capaces de aceptar. Es fundamental entender, y quiero cerrar el tema con ello, que no nos ayudará a largo plazo negar la realidad. Debemos enfrentar nuestros propios demonios y reconstruir nuestra propia concepción del mundo si es necesario. Porque vivir a la sombra del miedo nos convierte en "zombies sociales".

domingo, 5 de marzo de 2017

Trabajar, comer, dormir


La asociación entre enfermedades mentales y desordenes en el sueño es algo que está bastante demostrado y que, de hecho, puede ser un condicionante o atenuante de ello.
Pero hay que tener en cuenta, que muchas personas sin presentar síntomas de enfermedad mental, experimentan desordenes del sueño provocados por diferentes factores también asociados a la psique; pero no necesariamente a desequilibrios genéticos u hormonales.
Más bien a los factores externos; el estrés laboral, la presión estudiantil... La ansiedad asociada a traumas también es una respuesta de nuestro organismo, para alertarnos de que algo no va bien con nosotros mismos. Que no estamos en paz porque algo nos perturba.

No es casualidad que en EEUU el consumo de ansiolíticos e hipnóticos para regular el sueño se ha disparado tanto que la estadística nos dice que 1 de cada 3 americanos consume ese tipo de fármacos (farmacéuticas frotándose las manos mientras digo esto)

Incluso la regulación de los horarios de invierno y de verano, que supuestamente están ideados para maximizar la eficiencia, solo ayuda y mejora los resultados de la maquinaria producción/consumo que a los neoliberales les gusta tanto mantener bien activa. Pero biológicamente al individuo le produce un estado de confusión y desequilibrio.

Los científicos comentan la necesidad de ver la luz del sol por la mañana, como estimulante para activar el estado de vigilia-despertar. ¿ Cuántas veces la gente se ha quejado de que está todo oscuro cuando se levantan?
¿ Cuántas veces en verano nos hemos dado cuenta de que son las 8 de la noche pero es de día?
Lo cual es algo aparentemente "normal" debido a la traslación de la Tierra, pero que los gobiernos han decidido EXPLOTAR para aumentar la actividad tanto laboral como de consumo en la sociedad.

Además, debemos pensar en el hecho de que la Revolución Industrial en sus inicios, en el siglo XIX, trajo consigo una serie de cambios en la forma en que concebíamos el tiempo laboral. Jornadas de 9 a 12 horas antes de los movimientos sindicales.

Se trató de llegar a un consenso, a mediados del siglo XX, y se estableció de forma "globalizada" la normalización de una jornada de 8 horas. Son múltiples los estudios que sugieren la ineficiencia de ese tipo de horario,
junto con la aplicación de turnos y horarios partidos.

Con el surgimiento del "Nuevo Orden Mundial", tras la Segunda Guerra Mundial, se necesitaba generar una nueva conciencia del trabajo y atender a la nueva necesidad de tiempo de ocio que demandaba una sociedad en crecimiento tanto económico como cultural. La fórmula empleada para establecer la separación entre este tiempo de ocio y el laboral se convirtió en un problema. Como consecuencia, se sacrificó el tiempo que dedicábamos a dormir y surgió la idea equívoca de: "dormir es una pérdida de tiempo" y "El dinero nunca duerme".

La forma en que los directores de esta "orquesta" llamada Mundo Globalizado manipularon e influenciaron en nuestra concepción de la vida laboral llegó hasta tal punto que se aleccionó y moldeó a la sociedad, para adaptarla a las exigencias de la maquinaria capitalista, desde una edad temprana. Así, podemos ver como en los colegios e institutos se adaptaron las jornadas lectivas al del mundo laboral; e incluso se añadió el ingrediente secreto del "estrés" en época de exámenes para prepararlos como futuros buenos engranajes del Sistema. Es imposible no pensar en ésto y que venga a mi mente las imágenes del videoclip "Another brick in the wall".

De media, un empleado de jornada partida está fuera de casa el 60 o 70% del tiempo. El otro 20% durmiendo y el 10% lo tiene para el ocio. Hablaba hace poco con alguien de la esclavitud y el trabajo forzado en la actualidad; no hace falta....

Con este sistema económico actual, somos instrumentos de la maquinaria global. Estimulados con "pildoras" que nos mitigan el sentimiento de opresión y nos autoengañamos. Como ejemplos de ésto son; el anhelo de que llegue el fin de semana o la semana de vacaciones cada 6 meses.

Toda la presión a la que sometemos al organismo, durante el periodo lectivo o laboral, se ve saturado y en ocasiones esas vacaciones o fin de semana nos las pasamos durmiendo. Porque el organismo necesita regenerarse,
recuperarse, pero no basta.

Actualmente existen gobiernos, que casualmente fueron los precursores del Estado de Bienestar, que están optando por un cambio sustancial de la forma en que concebimos el trabajo.
Desde una reducción del horario activo hasta la implementación de entornos de trabajo con rincones "libres de estrés"; para hacer paradas en medio de la jornada. Con resultados sorprendentes en el rendimiento general y por individuo.

Estamos entrando en una nueva Era; en la que la sociedad va a vivir la llegada al entorno laboral de la Inteligencia Artificial y la robótica avanzada. Ésto provocará al principio una actitud de miedo y rechazo, ante la posibilidad de perder nuestros puestos de trabajo y nuestro medio de vida.
Pero ya hay países que están dando un paso para adelantarse a esta nueva Era, ajustando la concepción y la organización actual del trabajo para hacer más fácil esta transición y evitar una revuelta social.

En mi opinión, los gobiernos occidentales deben tener la suficiente visión de futuro como para no rezagarse a la hora de seguir los pasos de los países nórdicos; que fueron capaces de sobreponerse a la última gran Crisis Económica con su Estado de Bienestar y que actualmente se preparan para la llegada de la robótica a todos los sectores. Es necesario un cambio de mentalidad que estimule el desarrollo creativo y la eficiencia de nuestros trabajadores frente a la concepción mecanicista y anticuada de principios del Siglo XX.

Es la hora de que prevalezca el uso de nuestro tiempo para estimular el crecimiento cultural y científico de nuestra civilización frente a la visión del hombre como un mero instrumento de la maquinaria productiva.



lunes, 13 de febrero de 2017

Mi abuela

A lo largo de la vida, las personas viven miles de experiencias día a día que las configuran de una u otra forma hasta conformarse la persona que realmente son.

Estas experiencias son en ocasiones positivas. Pero las que de verdad suelen dejar una impronta en nosotros son aquellas, amargas o agridulces, que nos afectan a nuestra forma de concebir el mundo y a nosotros mismos.

Hace muy poco, una de estas experiencias amargas ha llegado a mi vida y a la de las personas más importantes que me rodean. Se trata de la repentina aparición de esa sombra oscura que nos acecha a todos y que su propia palabra produce un tabú; el temor de invocarla con tan solo nombrarla. Me refiero, como muchos ya habrán podido imaginar, al cáncer.

Mi abuela comenzó a manifestar síntomas anormales de pérdida de visión y mareos, hará unas dos semanas. Al principio todos nosotros tratamos, en general, de no darle mucha importancia; posiblemente debido a nuestra incapacidad para concebir que algo malo le pueda pasar a la persona que queremos. Pero pronto, todo se volvió oscuro y el tiempo parecía detenerse cuando nos informaron de que tenía alojado un tumor en la cabeza, cerca del ojo.

Pasaron varios días en los que mi familia trataba de asimilar todo lo que estaba ocurriendo de repente, sin avisar. Porque lo que tiene esa sombra oscura es que aparece sin dar tiempo a nada ni a nadie.

Pronto llegó un halo de esperanza; cuando los médicos que la observaban apuntaron la posibilidad, casi con certeza, de que se tratara de un tumor benigno operable. Es en estas ocasiones cuando nos damos cuenta de la desesperación y anhelo que sentimos de aferrarnos a un hilo de esperanza que nos empuje a levantarnos y acompañar en esa lucha que a mi abuela le había tocado librar.

Cuando sucede algo así, las personas tienden a manifestar lo más profundo de sus almas. Dejan al descubierto su personalidad en su estado más puro. La mayor parte del tiempo nos comportamos adaptándonos al juego de la vida; pero es en estas ocasiones cuando quitas esas máscaras y dejas ver tu esencia.

Además; la asimilación de un suceso negativo que nos afecta directamente o a alguien a quien queremos, se expresa de formas muy dispares entre las personas. Algunas asumen un rol de fortaleza; actúan como contrafuertes para los demás y para la persona afectada. Otras son más débiles, y se refugian en el cariño de los demás como una búsqueda de llenar ese vacío que experimentan ante el dolor. Finalmente, están las que tienden al aislamiento y a la negación, por su incapacidad para enfrentar la realidad más cruda.

Es importante para mi hacer entender que no hay una reacción ante el dolor que sea mejor o peor que otra; solo son diferentes manifestaciones que nuestras emociones tienen de la realidad. En estos momentos, para mi, lo más importante es que los lazos que nos unen entre todos los que formamos parte de la vida de mi abuela se vuelvan aún más fuertes ahora que nos toca esperar, tener paciencia y no perder nunca la esperanza.

Siempre he sabido lo importante que ha sido y es mi abuela en mi vida y en la de mi familia. Desde que tengo memoria ella ha sido una figura que ha actuado como lazo inquebrantable de aquellos que la rodean; y en concreto de mi familia.

Ella me ha enseñado desde que soy muy pequeño los valores y los principios que inculcó a mi madre; que yo trato día a día de mantener vivos. También me ha enseñado el preciado regalo que nos otorga formar parte de una familia unida; y toda su vida y su dedicación han ido enfocadas a cuidarnos y darnos el amor que solo una madre y abuela pueden darnos.

Ahora que se acerca el momento de su recuperación, tras haber logrado eliminar esa amenaza oculta, he decidido escribirle ésto. Con la intención de darle las gracias por todo lo que he aprendido de ella; por estar siempre ahí animándome a luchar por mis sueños. Por ver en mi el valor de mi mismo, que muchas veces me cuesta ver; y por ser siempre un apoyo en los momentos difíciles, no sólo para mí; sino para todas las personas que quiero.

Sé que no puedo comparar mi unión y relación con ella como la que tiene un hijo con su madre; pero lo que ha ocurrido en estas últimas semanas me ha hecho sentir la sombra del miedo ante la posibilidad de perder a mi propia madre. Una madre es una figura muy importante en nuestras vidas que, su presencia permanente, nos hace muchas veces olvidar que algún día ya no estarán.

Se produce un vacío y un cambio en nuestra forma de ver el mundo cuando esa figura desaparece; y muchas veces nos quedamos con la pena y el remordimiento ante la posibilidad de no haberle agradecido lo suficiente todo lo que ha sido para nosotros. Un simple abrazo y unas palabras de cariño que nos olvidamos de otorgar a esa persona tan importante para nosotros; y que sentimos que ahora ya es tarde.

Sólo deseo que todo ésto termine de forma positiva y que pronto puedas leerlo, para que sepas que nunca dejaré de valorar y demostrar lo importante que es mi madre para mi. Que no dejaré que me venza la desesperanza ante la consecución de mis metas y que trataré de hacerte sentir orgullosa de mi. Una vez más, gracias.