domingo, 5 de diciembre de 2010

"Huérfanos del mal"

Se cree que las asociaciones lebensborn surgieron mucho antes de que Hitler se convirtiera en Káiser de Alemania.
El objetivo de estas organizaciones era “la limpieza racial” del pueblo germánico y la búsqueda de una raza aria perfecta que se colocara en una posición dominante por encima del resto de razas débiles e imperfectas.
Los “lebensborn” (fuente de vida) con la llegada del nazismo fueron administrados y dirigidos por personal de las SS. Que se encargaban de concretar citas a sus soldados con muchachas jóvenes que cumplieran los requisitos de pureza racial.
El objetivo no era otro que el de promover el aumento de la natalidad de la población aria. La raza que, según los planes de Hitler, sería la que llevaría al imperio de los mil años del pueblo germano a la dominación de toda Europa.
Después de ser revisadas por médicos las clasificaban dentro de los niveles de pureza racial; y quedaban encintas de los SS para finalmente ser llevadas a hostales -proporcionados por el partido- donde pasaban todo el embarazo bajo la atención y el seguimiento del personal de los lebensborn.
Al dar a luz el bebe pasa una revisión para comprobar que no sufre ningún tipo de deficiencia mental ni limitación física, además de comprobar que cumple con los requisitos necesarios para entrar dentro de las categorías arias.
Si por alguna razón (deficiencias, enfermedad congénita etc.) no supera esa revisión, un tribunal del Estado formado por miembros del partido y del consejo médico del país hacen hacen una valoración del caso y deciden si se procede a la eutanasia asistida o se le interna en un centro de tratamiento “especial”, que no significa otra cosa que ser destinados a centros donde son exterminados en cámaras de gas. Pero esto solo sucede cuando tienen entre 1-3 años.
Si es un recién nacido ni siquiera se somete a juicio el caso, se le administra una dosis de morfina que acaba con la vida de la criatura en cuestión de segundos.
Unas vez que el niño nace y pasa la revisión sin que se le localice ningún tipo de deficiencia, ni enfermedad congénita, o bajos niveles de pureza racial el niño es separado de su madre y es criado durante los primeros años de vida en los centros “lebensborn”; hasta que cumple la edad necesaria para ingresar en las “Hitlerjugend”.
Estos niños –teóricamente huérfanos– se convierten en los hijos de las SS (su padre) y de Alemania (su madre). Nunca llegan a conocer a sus padres biológicos; con el objetivo de alejarlos completamente de los vínculos afectivos que atan al alma humana a su familia. Ellos consideraban que estos vínculos sólo provocan que los futuros soldados fueran débiles y vulnerables.
De este modo solo viven por y para la Alemania Nazi. Entregándose completamente a la causa del partido y manipulándoles –e incluso suprimiéndoles– la personalidad y la consciencia individual.
Estos hijos de las SS reciben una educación absolutamente belicista además de racista; sin olvidar los juramentos con los que, desde que tienen “uso de razón”, entregan sus vidas a su Führer y a Alemania.
Y nunca mejor dicho; pues una vez que terminan de cursar todos los años en las escuelas de élite del partido se les “ofrece” la posibilidad de ingresar en el cuerpo de las SS. No es necesario aclarar que sería hipócrita considerar que alguno de estos manipulados y controlados “huérfanos del mal” pudiera rehusar ingresar en las SS, cuando desde que son niños les convencen de que su mayor aspiración debe ser pertenecer a esa “élite”.

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