jueves, 7 de mayo de 2020

Cruce de caminos

Una batalla se libra en nuestro interior entre dos lobos; uno de esos lobos es, en esencia, el miedo. Con todo lo que se entiende asociado a él. El otro lobo es la esencia del amor o de la luz.

La parábola Cherokee a la que acabo de hacer referencia culmina su enseñanza dándonos la clave para comprender y llegar a conocer el origen y la razón primaria por la que tomamos decisiones en esta vida.

Pero, la parte lógica de mi esencia me pide que antes de aceptar una realidad que se me brinda tan fácilmente ( aparentemente) primero debo analizar y comprender otros aspectos que condicionan e incluso a veces influyen decisivamente en el rumbo que tomamos en esta vida.

Lo primero que viene a mi mente cuando me pregunto a mi mismo qué significa tomar decisiones o elegir entre las opciones que mi, a priori, libre albedrío me ofrece o me ha ofrecido en diversos momentos de mi vida.

Siempre acude a mi la imagen mental de un cruce de caminos en el que yo soy el protagonista; me veo a mi mismo junto a un árbol, al abrigo de su sombra, mientras con fuerza los rayos del Sol se abren camino entre las ramas y las hojas. Otorgándome a un mismo tiempo la seguridad y el confort, mientras los rayos del Sol me otorgan la energía que se canaliza en mi interior.

Esta combinación de elementos simbólicamente representan para mi el "Limbo" existencial que podido experimentar en muchas ocasiones en las que me encuentro en la tesitura de elegir.

Elegir entre caminos, opciones que se me presentan simultáneamente y ante las que muchas veces he tratado de alargar lo máximo posible mi permanencia bajo el amparo de la indecisión; bajo el refugio de ese árbol.

Me he dado cuenta que muchas de esas veces la presión externa e incluso interna a la que me veo sometido en esas ocasiones influyen directa o indirectamente en mis decisiones; en mi elección entre un camino u otro. Esa presión no la interpreto como algo del todo negativo; puesto que, sin dicha presión, en muchas ocasiones me hubiese visto bloqueado y paralizado de forma indefinida en ese cruce de caminos; con la incertidumbre y la indecisión apoderándose de mi hasta contagiar mi esencia y hacerme dudar de toda acción que tomo, toda decisión o camino que elijo.

Pero a veces, esas decisiones fruto de la presión interna y externa, me conducen a alejarme de la esencia principal que estimula todo acto o decisión tomada en mi vida; la búsqueda de la Felicidad. Entendiendo con ésto que hay dos tipos de Felicidad. La que nace y crece en nuestro interior, en el abrigo de nuestra alma; y otra Felicidad, la que vamos recogiendo y extrayendo de nuestro alrededor.

Éste es el objetivo final, como comentaba al principio, que me estimula a tomar decisiones y elegir. Voy diseñando una hoja de ruta en base al principio de la obtención de esa felicidad y confort externos que propicien y fortalezcan mi felicidad interior.

Pero no podemos predecirlo todo; por no decir que a penas podemos controlar ni comprender todas y cada una de las veces en las que nos encontremos en ese cruce de caminos. Es por ésto, que en ocasiones nuestra fortaleza y felicidad interior no estará igual de preparada.

Aquí es donde podemos ser testigos de sucesos que, no sólo enturbian nuestra visión desde ese árbol en el que nos encontramos cobijados, sino que además, se pueden llegar a producir tormentas que nos empujan (impulsados por el miedo) a huir a través del camino incorrecto.

Aquí es donde se produce un punto de inflexión en el que debemos dejar de escuchar, de observar y de sentir lo que la tormenta trae consigo. Debemos detener nuestro paso, alejar el miedo y acallar el ruido externo. Refugiarnos en la otra felicidad que siempre camina con nosotros y que se mantiene encendida pese a los golpes de esa tormenta.

Una vez que hayamos puesto a salvo y nos hayamos asegurado de que, pese a la oscuridad del camino al que nos conduzca esa tormenta, tenemos la luz de nuestro interior para guiar nuestros pasos.

Es aquí donde quiero llegar y concluir esta reflexión. La única forma de encontrar refugio y luz en medio de la oscuridad y el ruido, ocasionados por la tormenta, es a través de algo que se nos otorgó mucho antes de convertirnos en seres sociales dentro del marco de la civilización.

Hablo de la Intuición; esa intuición que nace no de nuestra alma sino de la parte más visceral de nuestro ser. Nos alerta cuando siente que corremos peligro ante una amenaza externa; pero también acude en nuestra ayuda cuando no podemos ver claro nuestro camino.

Creo que, sin dejar de observa y analizar nuestro entorno para sobrevivir en él, también debemos confiar en nuestro instinto primario de la intuición. Ya que muchas veces, sólo ese instinto iluminará nuestro sendero evitando que nos quedemos varados o bloqueados por el miedo.

domingo, 3 de mayo de 2020

Mamá


Como esta flor ha brotado con fuerza, vida y más color que nunca en medio de las púas y la desértica estampa que nos evoca observar un cactus. Así es como yo quiero que interpretes éste momento y alcances a lograr volver a levantarte y a irradiar felicidad, vida y esperanza en medio de estas circunstancias que nos está tocando vivir.

Sé que no es fácil, realmente no ha sido una pradera llena de flores y energía positiva tu vida. Me aventuraría a decir que se remonta al momento en que te tocó, siendo muy pequeña y frágil, asumir la muerte de tu abuela. Sé que ella para ti significaba mucho y se podría concentrar en dos palabras lo que ella era para ti "tu refugio".

Desde entonces, no has cesado en tu intento de luchar en esta vida y de enfrentarte a multitud de sucesos que han quebrado tu espíritu e incluso de llevar tu propio cuerpo a límites en los que tu propia existencia en este mundo corrían peligro.

Has tratado de luchar contra unas injusticias y una realidad cruda que no todo el mundo tiene la capacidad de afrontar. Es inevitable que me sienta identificado contigo en ese aspecto; es innegable que por mi sangre corre la tuya y nos unen muchas cosas.

En muchas ocasiones se te ha colocado la etiqueta de "persona débil", incluso yo he cometido ese error, influido por esa sucesión de capas protectoras que he tenido que ir poniéndome a mi propia esencia para sobrevivir, he llegado a juzgarte por lo mismo que lo han hecho otros.

Hoy quiero pedirte perdón, porque no hay mayor muestra de valentía, coraje y fortaleza que el hecho de no girar la cabeza, no guardar silencio y no contener incluso las lágrimas ante eventos en los que, pese a tu proyección externa de debilidad, mostrabas la determinación de ponerte en pie para denunciar aquello que te parecía injusto.

En este tiempo que llevamos confinados he tenido momentos de ansiedad, de desesperanza y de vibraciones negativas pero; cada una de las veces en que detectaba que éso ocurría, algo cobraba fuerza dentro de mi. Obligando a todo mi ser a detener los pensamientos, las emociones y las vibraciones negativas. Bombardeando esa oscuridad con energías positivas que brotaban dentro de mi. Creía que era un mecanismo de defensa que había nacido dentro de mi de forma espontánea, pero nada más lejos de la realidad.

Si ha crecido en mi esa voluntad, esa resiliencia y capacidad de sobreponerme ante las adversidades ha sido gracias a ti. Ha sido gracias a la construcción de mi propio ser influido por todo lo que he observado en mi entorno más cercano; que son papá y tú.

He visto como han luchado y han enfrentado el embiste de las tormentas sin la ayuda de nadie, con la determinación de, pese a tener un camino lleno de obstáculos y vicisitudes, haber encontrado dentro de ustedes la fuerza para seguir caminando.

Y sé que esa fuerza nace de la "necesidad" que sólo una madre es capaz de experimentar para sobreponerse y luchar; con el único objetivo de no dejarnos a caer a nosotros, tus hijos. Nuestra vida no ha sido sencilla, sabemos que esta situación va a suponer un antes y un después en la vida de millones de personas y, por supuesto, de las nuestras.

Pero, ¿Sabes qué?, lograremos levantarnos y seguir caminando nuevamente. Y brotará la esperanza y la felicidad como lo ha hecho esa flor que apareció esta mañana en nuestro jardín.

Lo sé porque siempre lo hemos hecho y porque eres más fuerte y somos más fuertes de lo que pensamos. Aunque a veces se nos olvide, te escribo ésto para que lo recuerdes.

Por ésto te felicito como madre, por haberme preparado para un mundo que no es fácil ni es una pradera, sino un desierto plagado de espinas. Pero sé que hay oasis y tú también lo sabes. Por éso te felicito como madre y te doy las gracias como hijo.

Te quiero.