lunes, 18 de febrero de 2019

Abandonar el nido

¡Qué difícil es dar el paso, pero qué necesario es saber darlo bien!

Creo que con esa frase resumo toda la amalgama de recuerdos, experiencias y sensaciones que reúno de mi estancia en Málaga. El momento en el que tomé la decisión de mudarme y cambiarme de universidad me sentía eufórico y lleno de esperanzas en una nueva vida; una nueva etapa que me esperaría al coger ese avión rumbo a lo desconocido, pero con una persona que era muy importante para mi en ese momento y que en gran medida influyó en que diera el paso.

Estarán de acuerdo, aquellos que lo hayan vivido, que el momento más agridulce se produce cuando te colocas frente a aquellos que de verdad te importan, y les comunicas tu decisión. Es natural que se produzca una situación de cierta tensión en la que se entremezclan emociones de felicidad y de tristeza al mismo tiempo. Nadie quiere ver alejarse a aquellos que quieres y que han estado en tu vida, ya sea desde que naciste como en el caso de tu familia, o por unos años de grandes experiencias como pasa con tus amigos. Cuando yo lo hice sentí que la decisión era irrevocable, solía ser una persona con ideas fijas y que rara vez daba su brazo a torcer cuando tomaba una decisión. De cierta manera, mis padres no estaban del todo conformes con mi decisión; y las bases sobre las que sustentaban su opinión a día de hoy, las comprendo y las comparto en un 90%. El otro 10% no es menos importante; porque puedo decir que gracias a esa experiencia soy como soy hoy en día, y supusieron un cambio en mi forma de entender la vida, de aprendizaje para adaptarme a nuevas y diferentes situaciones y escenarios; básicamente se trató de salir de mi burbuja de confort.

En mi memoria quedó grabado el recuerdo de aquel momento en que me encontraba cargado con mi equipaje, moviéndome entre la gente que había hecho anteriormente check-in conmigo dirigiéndonos como ganado hacia el control. Yo evitaba mirar atrás; porque me había prometido a mi mismo que era el momento de mirar hacia adelante, y que lo que dejaba atrás no podía frenarme. Un poco desorientado y bastante abstraído en mis pensamientos aguardaba el momento de meterme en el avión; comenzaba a sentir algo en mi interior que no sabría definir entre miedo, tristeza y curiosidad. Curiosidad por lo que me aguardaba al llegar, y lo demás porque supuso romper con todo lo que había sido hasta ese momento "mi mundo".

No puedo negar que al llegar fui recibido por personas que para mi eran desconocidas, pero que trataron de hacerme sentir más cómodo y a salvo; agradezco a esas personas al igual que a mis compañeros de piso, que desde el primer momento me ayudaron a sentirme mucho menos violento de lo que para mi estaba siendo. Además de guiarme y enseñarme muchas cosas sobre la vida de estudiante compartiendo piso, eran unos cracks!.

Pero no todo fue positivo en esa llegada a Málaga; sobre mi pesaba la sensación de que le estaba fallando a aquellas personas que había dejado atrás, me sentía ligado a mi familia y a los amigos que había hecho en mi facultad pero había tenido que renunciar a ellos. Puede que ese fuera uno de los puntos de inflexión en los que mi madurez experimentó un gran cambio. Estaba en un lugar desconocido, rodeado ( en gran parte) de personas que no había visto nunca y con la única seguridad de confiar en mi autosuficiencia. Puede parecer extraño, pero es en los detalles más pequeños de tu experiencia viviendo sólo donde descubres realmente el valor del hogar y de tu entorno. Pero no dejó de resultar enriquecedor y positivo para mi el descubrir que era capaz de hacer muchas cosas que hasta entonces estaban siempre ahí y ahora debía ser yo el que las hiciera o las resolviera.

Mi convivencia en el piso fue al principio escasa; puesto que yo pasaba la mayor parte del tiempo fuera o en mi cuarto, sin relacionarme realmente con mis compañeros. Pero en poco tiempo comencé a entablar relación con ellos y no solo eso; pues considero que a medida que pasó el tiempo acabaron convirtiéndose en amigos. Compartimos muchas cosas y no solo un techo; compartíamos momentos cotidianos al comer o cenar juntos, veíamos series que religiosamente esperábamos a ver cada nuevo capitulo juntos ( nos lo tomábamos muy en serio ). Mi pareja y yo, en ese momento también aprendimos y experimentamos algo totalmente nuevo; ya que nunca antes habíamos pasado tanto tiempo juntos, y llegó un momento en que prácticamente convivíamos juntos.

Ésto trajo consigo cosas buenas; porque considero que llegamos a conocernos el uno al otro mucho más de lo que nadie nos había conocido hasta ahora. Eso es algo que une a las personas y las ata de cierta forma; pero en el otro lado de la moneda se esconden aquellos detalles de nuestras personalidades que acaban irremediablemente chocando con la del otro. A día de hoy, con las experiencias que he vivido, sé que encontrarte ante éstos factores "negativos" ; pueden por un lado ensombrecer tu relación con la otra persona o, si tienes los mecanismos , fortalecer la relación y afianzarla de verdad.

No puedo olvidarme, claro está, de uno de los motivos fundamentales que me hicieron tomar definitivamente la decisión de irme a Málaga. Cuando estaba estudiando en Las Palmas me sentía realmente muy cómodo con las personas con las que compartí la experiencia inicial de estudiar una carrera. Esos amigos que hice se convirtieron en el factor clave de mis buenas experiencias durante los dos años que estudié aquí. Pero a nivel académico; yo sentía que me faltaba algo. Veía las asignaturas que podía elegir para el tercer año de carrera y no me sentía a gusto con nada de lo que me ofrecía. Pero, en cambio, cuando encontré las asignaturas optativas de Málaga me sentí muy ilusionado ( nuevamente, como cuando empecé la carrera) con poder estudiarlas y realmente enfocar mi carrera por donde yo quería.

Nuevamente debo traer la cara B; me topé con ella en el mismo instante en que pisé por primera vez la Universidad. En ese momento supe que no iba a ser nada fácil para mi lo que iba a vivir. La convalidación de asignaturas y la organización de aquellas asignaturas que debía cursar me sumieron en una vorágine de clases en aulas diferentes, pertenecientes a años dispares convirtiéndome en el nómada de la facultad que no pertenecía a ningún grupo realmente. En ella conocí a personas geniales con las que compartí muchos momentos de tensión por los exámenes, pero también de risas y anécdotas; aunque fueran pocas. Es realmente triste para mi recordar mi estancia en esa universidad y darme cuenta que realmente no me llevé de ella casi ninguna experiencia de amistad como había vivido en Las Palmas. Sin duda fue una serie de circunstancias las que se juntaron para que fuera de esa manera y no de otra.

Mi época en Málaga también recoge muchos momentos de descubrimiento; desde la universidad donde descubrí asignaturas que llamaron realmente mi atención y mi curiosidad, pasando por los descubrimientos culturales que hacía en cada lugar que iba ( ya fuera dentro de Málaga o en mis viajes por la península). Conocí también el significado real de "salir de tapas" y confieso haberme vuelto adicto, como mis experimentos gastronómicos que muchas veces compartía con mis compañeros de piso o mi pareja y que me hicieron redescubrir mi interés por la cocina.

Si cierro los ojos, y me intento visualizar a mi mismo cuando estaba allí, una de las primeras cosas que me vienen a la mente es por desgracia algo negativo, por lo menos para mi. Siento el sonido de la lluvia incesante en el balcón; las tardes de oscuridad y frío, el sonido de las sirenas por la noche que dificultaban mis esfuerzos por quedarme dormido. Puede que resulte extraño que algo así sea tan importante; pero solo se siente cuando cambias radicalmente de entorno. Pasé de vivir en un pueblo donde en mi balcón solo escuchaba el sonido de los pájaros ha sumergirme en un laberinto de ladrillo y cemento dentro de la ciudad. Me sentía engullido y asfixiado en ciertos momentos durante mi primer año allí, pero realmente conseguí adaptarme rápido porque, en definitiva, estamos hechos para adaptarnos a cualquier situación.

Entre mis experiencias culturales, y viajes, aunque no fueran muchos, he recopilado muchos momentos que visualizo en mi mente con alegría porque se convirtieron para mi en muchos trocitos de aprendizaje sobre el mundo más allá del entorno que conocía y al que estaba acostumbrado. Mi curiosidad, como cabía esperar, se vio alimentada en gran medida por estas experiencias y es algo que valoro mucho del tiempo que pasé allí.

En el mundo de la Sociología, muchas veces se hace hincapié en que el factor del entorno condiciona en gran medida el comportamiento y la forma de ser de una sociedad. Creo que esta idea se hizo cristalina para mi durante el tiempo que pasé allá. Sin duda, los andaluces y los canarios compartimos una serie de rasgos comunes que son propias de un entorno más cálido y cercano al mar; pero realmente existen muchas diferencias entre unos y otros. Al principio estas diferencias las veía hasta en los más mínimos detalles; pero como no podía ser de otra manera, acabé normalizando la situación y mi relación con personas diferentes a las que estaba acostumbrado.

Para concluir mi experiencia en Málaga, debo hablar de los últimos momentos que pasé allá. Me cuesta recordarlos sin que una parte de mi sienta algo del dolor y la oscuridad en la que me vi a mi mismo en ese momento. Es extraño, porque realmente no recuerdo en que momento exacto se produjo ese cambio en mi que me hizo verlo todo "gris oscuro, casi negro". Por un lado, a nivel académico me sentía totalmente desbordado por el caos en el que se había convertido mi día a día con clases que coincidían unas asignaturas con otras; semanas de exámenes totalmente asfixiantes y la pérdida de la esperanza en la consecución de mis metas a causa de la situación política y social.

Además de ésto; se sumaron situaciones personales tanto familiares como personales de pareja que desequilibraron mi situación emocional. Hasta el punto de que considero que esa fase oscura estuvo más cerca de una depresión de lo que me atrevo realmente a reconocer. Llegó un momento, justo en los últimos meses de mi tiempo allá, que tuve la sensación de soledad más profunda que he vivido en toda mi vida.

Algo dentro de mi había cambiado; en esta fase de cambio por desgracia no puedo decir que existieran muchos motivos positivos, pero no cambiaría nada de lo que ocurrió porque me llevaron a la decisión de volver y tomar las riendas de mi destino de nuevo desde cero pero con una mentalidad totalmente diferente; enfocándome en el presente y construyendo en mi mente nuevas metas, nuevos retos, nuevas ilusiones.

domingo, 17 de febrero de 2019

Introspectiva


No tengo claro si para entenderme a mi, e imagino que al resto de nosotros, sea necesario llevar un orden lineal y temporal sobre eventos de mi vida. En cambio, considero que la mejor forma de leernos y descifrar el código que define nuestra esencia es hablando de distintos momentos, volviendo a momentos pasados o más cercanos; que curiosamente puedan tener mucha conexión entre sí.

Somos una recopilación de momentos y experiencias que van moldeándonos. Uno de los momentos que recuerdo más antiguos que tengo es casualmente una de las cosas que más me han definido a lo largo de mi vida; es la casa donde vivía en Tenoya, antes de trasladarme a Valsequillo. Había una habitación, que hacía las veces de trastero, a la que no me dejaban entrar nunca. Yo solía jugar y corretear por los pasillos con un coche de juguete en forma de avión que yo llamaba "Oco-Oco" y cuando pasaba por delante de esa habitación me detenía a mirarla desde fuera con toda mi concentración puesta en ella; ahí es donde tengo el primer recuerdo de una de las cosas que más me caracterizan, mi curiosidad. A medida que ha ido pasando el tiempo esa curiosidad se ha ido extendiendo como un virus por todo mi ser y guía mis actos.

Gracias a ella, o a causa de ella, he abierto mi mente a una heterogénea cantidad de temas; y me ha permitido tener una visión más clara del mundo que me rodea.

Este momento tan primitivo de mi existencia guarda especial relación con otro momento vivido cuando estudiaba bachillerato. En este momento yo comenzaba a experimentar el inicio de la madurez de mi forma de ser y de pensar. Además, coincide con el momento en que tomé la decisión definitiva sobre lo que quería estudiar; lo cual siempre es un momento crucial en la existencia de muchas personas.

La razón por la que guarda relación, es por el hecho de que mis ansias por entender el mundo y a los que viven en él se hicieron cada vez más fuertes para mi; tomé la decisión de estudiar Historia porque sabía, desde que comencé a leer, que ella me daría las claves y los mecanismos para acercarme a entender la realidad presente; me abrió las puertas de esa "habitación prohibida".

Sentía mucha ilusión también en este momento, y en mi mente diseñaba el boceto de mi futuro casi con una precisión creíble sobre la que sustenté mis esperanzas.

La esperanza, ésto me lleva a otro recuerdo que configura mi esencia. Desde que tengo uso de razón he reunido muchísimos momentos diferentes en un mismo escenario; el mar.

¡Ay, el Mar!, lo escribo con mayúsculas, de la misma forma que me hace sentir el tenerlo cerca, que es mayúsculo. Me recuerdo a mi mismo en situaciones y fases emocionales muy dispares, pero la que prevalece y permanece sobre todas ellas es siempre la misma. Tengo muy claro ese recuerdo o esa sensación porque la sigo viviendo. Cuando estoy cerca del Mar sentado sobre una roca o la arena caliente; con la visión de una interminable extensión de agua que parece querer hablarme con el sonido de sus olas chocando contra las rocas, moldeándolas lentamente o convirtiéndose en espuma en la orilla y evaporándose en salitre que lo impregna todo. Su ir y venir, pero sobretodo la sensación de estar sólo y al mismo tiempo arropado; de sentirme abrumado por la insignificancia de mi existencia, mientras siento que soy el protagonista de mi propia historia.

El mar me lleva a mi niñez, y por eso es mi refugio, pero es que además explica perfectamente otra de las cosas que me caracterizan; la continua y recurrente necesidad de momentos de nostalgia y reflexión sobre mi mismo, define lo que me ocurre cuando siento la necesidad de soledad.

De nuevo vuelvo a dar un salto cronológico para trasladarme en el recuerdo al momento en que decidí trasladarme a Málaga. Este es uno de los momentos más agridulces de mi vida y tiene una importancia especial porque en ella sucedieron diferentes cambios en mi. Por un lado, experimenté lo que cualquier persona vive cuando toma la decisión de abandonar "el nido" como se suele decir. Y en ese tiempo que viví allá; lejos de mi familia, de mis amigos, de mis rutinas...supusieron un medio para terminar de configurarme como persona y experimentar la madurez la madurez en otro aspecto.

Además, supuso una fase complicada y dura en mi vida, en la que las ilusiones, esperanzas y metas se fueron apagando como una llama que se va volviendo cada vez más débil hasta que se extingue; sin darte cuenta de ello hasta que ya te encuentras a oscuras.

Esa oscuridad lo impregnó todo; la relación con mis padres, mi visión de futuro con respecto a la carrera, mi rabia y fuerza contra las injusticias ( debido a la destrucción del Estado de Bienestar que me tocó vivir muy de cerca), además de oscurecer también mi relación personal y romántica con la que era en ese momento mi pareja.

Ruptura, esa es la palabra que define mi experiencia durante mi vida fuera de aquí; en todos los sentidos posibles.

Esa llama de la rebeldía y la inconformidad también tuvo momentos en los que se convirtió en una hoguera. Por eso vuelvo atrás para traer el recuerdo de mi cambio de colegio. Desde el principio sentí una mezcla de miedo y expectación; era solitario pero al mismo tiempo me acerqué a muchos de mis compañeros. Las amistades que hice las guardo con cariño, como así lo hago de las que hice en la Universidad de Las Palmas y demis compañeros de piso en Málaga. Pero lo que más condicionó mi vida en esos ocho años estudiando allí supusieron el nacimiento y florecimiento de mi rebeldía. Rebeldía que expresaba a través de la violencia física en ocasiones pero en la mayoría de ocasiones era a través de mis actos y palabras como expresé esa sensación que sentía ante los dogmas, el Sistema ( también con mayúsculas) y contra las injusticias, sobretodo ante ésto último. Sé que era una rebeldía pasional y que era demasiado extrema para llevarla a una vida adulta; pero esa rebeldía está dentro de mi con cadenas, pero viva.

Esas cadenas, me llevan a recordar otro momento en mi vida. En este caso muy cercano, tanto que lo vivo diariamente. Esas cadenas aparecieron justo después de volver de Málaga. En ese momento yo no sabía muy bien "qué iba a ser de mi" como se dice; es en ese momento cuando tomo la decisión de ponerme a trabajar. Mi personalidad complicada y rebelde supuso un gran obstáculo para adaptarme a ese cambio; sentir el peso de la autoridad, la responsabilidad y sobretodo del sacrificio de mi tiempo y energías en llevar a cabo algo que, después de los años que llevo trabajando, puedo decir que ahora sí sé cuál es el sentido de la plusvalía y me reafirman en la idea de que no es más que una utopía.

Pero fue positivo para mi crecimiento personal el adquirir también, al relacionarme con muchas personas, nuevas herramientas sociales y me han permitido sacar un lado sorprendente para mi mismo, como es mi lado extrovertido y sociabilidad.

Finalmente, ya que hablo sobre energía, quiero acabar hablando de una de las cosas que más me caracterizan; la gran cantidad de energía que durante toda mi vida he conseguido canalizar a través de múltiples medios; pero el más importante es el deporte. Cuando comencé a entrenar y a hacer diferentes actividades deportivas, descubrí lo maravilloso que es el poder sentirte bien contigo mismo; obviamente por los resultados visibles, pero sobretodo por lo que me aporta mentalmente cada vez que termino de entrenar y consigo dejar con mi sudor todo lo que me lastra en mi día a día y me quita las buenas vibraciones.

Ésto se ha extendido mucho más de lo que pensaba y es la primera vez que escribo sobre mi mismo de una forma tan personal y recurriendo a mis propias experiencias; ya que estoy acostumbrado a escribir de una forma más impersonal, para que los protagonistas puedan ser cualquiera de las personas que toman un momento para leerme.